Me dijo que el hecho de que me haya mudado a México era mi destino, me lo contó con su voz quebrada y frágil.
No creo en el destino, pensé inmediatamente, pero me callé porque nadie quiere discutir de la vida con alguien que está a punto de morir.
Fui a verla para escucharla, preguntarle por la vida y lo que pensaba que iba a suceder después de la muerte. Tejer unos últimos recuerdos profundos con ella porque conversaciones superficiales nunca han sido lo mío.
Ya que mi abuelita no está y tú estás leyéndome te voy a decir por que no creo en el destino.
Si mi llegada a...
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